10/17/2022
 10 minutos

Tudor y Oris: el camino al calibre de manufactura

De Tim Breining
Automatikwerk-Tudor-2-1

Los relojes automáticos de tres agujas son los modelos mecánicos más populares, y los movimientos que los impulsan se encuentran entre los más asequibles, fiables y generalizados del mercado. Quien valora la fabricación propia y la individualidad técnica opta por relojes de este tipo con calibres «de manufactura» o de fabricación propia.  

No nos adentraremos en los criterios que justifican tal etiqueta, pues son muy controvertidos y rara vez uniformes, pero podemos afirmar que la selección de relojes asequibles con calibres automáticos independientes poco extendidos ha aumentado, y no solo en teoría. Cada vez más marcas presentan sus propios movimientos, y la mayoría de las veces se aventuran a dar el primer paso con calibres automáticos clásicos. Muchos fabricantes no solo aspiran a ser autosuficientes, sino que también buscan presentarse como nuevo proveedor de movimientos para marcas de relojes emergentes. En este artículo descubrirá cómo han realizado este proceso dos marcas totalmente diferentes.  

The Black Bay Fifty-Eight 18K is the only Black Bay with a display case back.
El Black Bay Fifty-Eight 18K es el único Black Bay con un fondo de caja transparente.

Tudor y Kenissi: la historia 

La empresa Kenissi, cuyo nombre no es muy conocido, está inseparablemente ligada a Tudor, la hermana menor de Rolex, y a su ascenso. No resulta fácil diferenciar en qué proporción contribuyo a su éxito la introducción de los calibres de manufactura elaborados por Kenissi y en qué medida lo hizo la acuciante escasez de relojes de Rolex. Lo que está claro, no obstante, es que Tudor disfruta de un gran éxito en el mercado y cada vez se posiciona más como una auténtica alternativa a Rolex en lugar de como mera solución de emergencia. 

La presentación del primer calibre propio de Tudor en 2015 sentó una base importante para ello. A diferencia de Rolex, Tudor había apostado por la calidad demostrada de ETA hasta que se decidió a construir sus propios movimientos. Pero la marca no aprovechó la infraestructura existente de Rolex en Biena, la sede de Rolex que es responsable de la elaboración de calibres. Curiosamente, para suministrar a Tudor se creó una empresa legalmente independiente en lugar de una manufactura integrada verticalmente dentro de la marca. ¿Pero por qué se tomó este rumbo tan especial, cuando uno de los valores centrales de Rolex es precisamente un alto grado de producción propia? 

Si nos hacemos esta pregunta, debemos recordar que la empresa Rolex SA actual solo existe desde el año 2004. Surgió cuando la marca Rolex Montres SA, que había sido independiente hasta entonces, absorbió a la Manufacture des Montres Rolex SA, con sede en Biena. Detrás de la empresa de Rolex en Biena se ocultaba el fabricante de relojes Aegler, cuya relación de negocios con el fundador de Rolex se remonta a la década de 1910. Como productor de calibres para Rolex en exclusiva, actuaba bajo el nombre de esta marca y prácticamente como una misma unidad, pero se encontraba en posesión de los descendientes de la familia fundadora Aegler (a diferencia de Rolex Montres SA, que era propiedad de la Fundación Hans Wilsdorf). Con la adquisición por parte de Rolex Montres SA, la creación de la actual Rolex SA y otras incorporaciones estratégicas de proveedores, se marcó el rumbo para la verticalización casi total de la marca Rolex.  

El Chanel J12.1 está impulsado por un calibre de Kenissi.

Volviendo a Tudor y Kenissi en el año 2022: teniendo en cuenta que estas dos marcas están a punto de compartir un nuevo edificio en Le Locle, parece innecesario separar ambas empresas. ¿Por qué volver a permitir estructuras separadas, cuando, durante años, Rolex ha aspirado a fusionarse con sus proveedores de calibres, aun cuando estos ya trabajaban en exclusiva para la marca?  

Para la mayoría de aquellos que han seguido los sucesos relacionados con Kenissi, la respuesta es clara: mientras que Rolex jamás pondría sus capacidades de fabricación de calibres a disposición de una marca externa, Tudor no tardó ni dos años en ofrecer sus nuevos movimientos a otra empresa. Y no solo eso: debido a las estructuras de propiedad independientes de Tudor y Rolex, es decir, la Fundación Hans Wilsdorf, nada se interponía a la entrada de inversores externos. 

Tras el debut de un calibre de Kenissi en el Breitling Superocean, la marca también llegó a Chanel, Norqain y, por último, incluso a Fortis y TAG Heuer. Llama la atención que se suministren movimientos en igual medida a marcas independientes y competidores de grandes consorcios. Chanel seguramente sea quien ha sellado la unión más estrecha con Kenissi al adquirir el 20 % de sus acciones, lo que ocurrió poco después de hacerse con una parte de la marca de alta relojería F.P. Journe. Esto es una clara muestra de la relevancia que posee la exclusividad tecnológica de los calibres, ya se trate de relojes de alta gama o de rango medio.  

Kenissi: los calibres 

Kenissi elabora dos familias de movimientos, que dentro de Tudor se conocen como MT56 y MT54. Estas se diferencian en sus dimensiones, sobre todo en el diámetro: mientras que la familia de calibres MT56 cubre los diámetros de entre 32 y 34 mm, los movimientos MT54 tan solo miden 26 mm.  

El primer reloj de Tudor provisto con un movimiento propio fue el North Flag, en el que se aloja el calibre MT5621. Curiosamente, dispone de un indicador de la reserva de marcha que no está presente en su sucesor, el MT5612. Cuando se dejó de fabricar el North Flag, también desapareció el MT5621 del catálogo de Tudor, pero el MT5612 continúa impulsando los modelos de tres agujas, entre los que se encuentra el Black Bay de 41 mm

Le premier calibre Kenissi alimentait la Tudor North Flag, plus produite.
El primer calibre de Kenissi impulsó el Tudor North Flag, que ya no se fabrica.

Por otro lado, el popular Black Bay Fifty-Eight, con sus modestas dimensiones, recibe su impulso del compacto calibre MT5402, con tres agujas pero sin indicador de la fecha. Las variantes de este reducido calibre, que se presentó por primera vez en 2018, es decir, tres años después del MT5621, también se emplean en los modelos de menor tamaño de Norqain y en el Chanel J12.1. En estos casos sí que disponen de un indicador de la fecha y, en el Chanel, de un rotor personalizado que a primera vista camufla la similitud entre los calibres. En el caso de Tudor, este movimiento, que cuenta con un acabado más bien rudimentario, solo se puede observar en el Black Bay Fifty-Eight 18K, pues en el resto de modelos está oculto tras un fondo de caja macizo. El aspecto industrial del calibre de Kenissi combina bien con la robusta imagen de la marca Tudor. Además, así se distancia (quizás intencionadamente) del aspecto y el estilo de Rolex, una marca de mayor estatus. 

El Black Bay Fifty-Eight 18K es el único Black Bay con un fondo de caja transparente.

Este distanciamiento óptico frente a Rolex es completamente lógico desde el punto de vista del posicionamiento de la marca, pues a nivel técnico los calibres de Kenissi, es decir, Tudor, pueden competir con Rolex sin ningún problema. En los primeros años, tras la presentación de los movimientos de Kenissi en especial, muchos relojes de Tudor eran incluso superiores a sus equivalentes de Rolex. El motivo: Rolex se tomó muchísimo tiempo para introducir la última generación de calibres con unas reservas de marcha contemporáneas. 

Por lo general, las dos familias de calibres de Kenissi cuentan con una autonomía de 70 horas con un solo barrilete, certificación de cronómetro, un puente muy resistente y una espiral de silicio. Esta última rara vez se encuentra en los relojes de su hermano mayor, a pesar de que Rolex contribuyó a las primeras patentes de escapes de silicio.   

Oris: la historia 

Esta simpática marca independiente de Hölstein no oculta el hecho de que sus relojes también están ensamblados por socios externos, ni de que obtiene sus componentes y calibres de especialistas. A pesar de la ausencia de verticalidad en la elaboración en sus propias instalaciones, Oris habla de calibres de manufactura. Según cuál sea su definición personal de «manufactura», esto se puede considerar legítimo, al menos si se tiene en cuenta la exclusividad y la adquisición de calibres y componentes de numerosos proveedores suizos. En este sentido, es difícil establecer unos límites claros: ¿debe proceder cada componente de las propias instalaciones de producción de la marca? ¿Qué hay de los muelles, los cristales de zafiro o las piedras preciosas? Si uno piensa en esta línea, al final no queda ni una sola marca que se pueda considerar como una «manufactura» al 100 %. Por este motivo, mis expectativas (totalmente subjetivas) de un calibre de manufactura es que presente cierta independencia técnica y que no esté disponible para cualquier marca. 

Hoy en día, no solo podemos alegrarnos de que Oris vuelva a incluir calibres únicos en su cartera de productos, sino también de que la marca todavía exista en absoluto. Antiguamente, Oris contaba con casi 1000 empleados y elaboraba incluso los escapes de sus propios relojes. Con la crisis del cuarzo y la consiguiente absorción de la marca por ASUAG (el predecesor del Grupo Swatch actual), Oris estuvo a punto de perder toda su relevancia, de no ser por una compra de las posiciones directivas que condujo a la Oris SA actual. Con las masas oscilantes rojas y los movimientos automáticos de ETA, Oris volvió a encontrar su sitio en el mercado reemergente de relojes mecánicos. Aunque no se puede hablar de un retorno completo a las dimensiones y el grado de fabricación propia originales de la marca, después de muchos años de éxito con calibres de proveedores externos, se volvió a apostar por una técnica más individual. 

El primer paso o, más bien, gran salto en esta dirección fue la presentación del calibre 110. En el año 2014, para el 110.° aniversario de la marca, Oris lanzó un calibre de cuerda manual de gran calidad con el que puso fin a una larga era como usuario de ETA.  

Los enormes calibres de cuerda manual con 10 días de autonomía tienen un aspecto impresionante a través del fondo transparente.

Ante el inminente cese del suministro por parte de ETA, muchas marcas optaron por elaborar movimientos automáticos idénticos tanto en función como en dimensiones. Sin embargo, las ambiciones de Oris fueron mayores: la marca desarrolló un calibre de cuerda manual con una reserva de marcha de 10 días. Además, hubo varias sutilezas técnicas, como los engranajes asimétricos, la impresionante reserva de marcha y el sorprendente diámetro de 34 mm (aun sin disco para la fecha) que provocaron un gran entusiasmo. Pero los relojes equipados con variantes de este movimiento no parecen haber tenido una salida fácil en el mercado. Quizá esto se deba a sus grandes diámetros, que superan los 43 mm, o quizá a los precios de más de 5000 €, bastante elevados para Oris. En cualquier caso, casi todos estos modelos han desaparecido del catálogo de Oris para dejar paso a la generación de calibres 400, fabricada en masa.  

Oris: el calibre 400 

Tras la creación del movimiento de cuerda manual de 10 días, muy ambicioso y exitoso a nivel técnico, pero no apto para las masas, Oris volvió a lo esencial: un robusto calibre automático para las colecciones principales de la marca, sin florituras ni acabados laboriosos, pero más conveniente para el comprador. 

El resultado fue un calibre automático con 120 horas de autonomía, es decir, cinco días; muy resistente a los campos magnéticos y enfocado en la resistencia y facilidad de mantenimiento. Cualquier competidor promete cosas similares; al fin y al cabo, ¿quién va a querer promocionar un calibre delicado? Sin embargo, Oris respalda esta afirmación con un intervalo de revisión de diez años y una garantía de igual duración.  

Esto es posible gracias a su construcción sólida, que renuncia a la ostentación y la excelencia para evitar un elevado número de piezas y una complejidad innecesaria. Los barriletes, dispuestos en línea, actúan como un único barrilete con un muelle del doble de longitud. Estos dan impulso a unas ruedas dentadas con una geometría optimizada, con un menor par motor y, con ello, fuerza de acoplamiento. 

El calibre 400 tiene un aspecto técnico y sobrio.
El calibre 400 tiene un aspecto técnico y sobrio.

Los muelles se tensan mediante un rotor unidireccional con cojinetes de deslizamiento, lo cual es poco común a día de hoy, pues el movimiento bidireccional mediante una caja de cambio parece ser más avanzado técnicamente y más eficaz. Sin embargo, no todos los fabricantes comparten esta opinión: incluso Patek Philippe y Girard-Perregaux emplean movimientos cuya masa oscilante funciona en una sola dirección. Siempre y cuando esto sea suficiente para dar cuerda al reloj en el día a día, no hay ningún motivo para oponerse a ello.  

En el omnipresente ETA 2824-2 y el Sellita SW200-1, prácticamente idéntico, las ruedas se encuentran entre los componentes más delicados. Con el calibre 400, Oris ha apostado conscientemente por una construcción simple para poder mantener su promesa de garantía y de amplios intervalos de revisión.  

No se han recurrido a soluciones de emergencia, como una menor frecuencia del volante, pues esto habría requerido sacrificar la precisión. Otro problema que suele darse en relojes con una gran reserva de marcha es la inconsistencia de la fuerza que el barrilete ejerce sobre el movimiento. Cuanto mayor sea la autonomía del reloj, mayor es el rango de fuerzas dentro del cual el escape debe funcionar sin ningún problema. Por este motivo, los barriletes dobles incorporan muelles elaborados con una aleación especial denominada Bioflex, procedente del especialista en muelles Générale Ressorts, que permite curvas de par planas. La rueda de escape y el áncora están fabricadas con silicio antimagnético, como suele ser común en los nuevos diseños, y reducen la cantidad de ajustes necesarios.  

Oris Aquis con calibre 400

Todo esto merece la pena, ya que el calibre 400 no solo cumple las normas de la certificación de cronómetro, sino que incluso las supera. No obstante, estos relojes no están certificados, aunque se garantiza su rendimiento al comprador, lo que se refleja positivamente en el precio.  

Con un precio en torno a los 3000 € y su debut en el exitoso Aquis, Oris subraya su intención de presentar un calibre de manufactura para un amplio público. Si le interesa un modelo algo más futurista, eche un vistazo al nuevo ProPilot X Calibre 400 con caja y brazalete de titanio.  

Y, por si se pregunta si Oris ha logrado alcanzar el éxito comercial deseado con este calibre: a nivel económico, el 2021 fue el mejor año de Oris SA desde su fundación. Además, según afirma el fabricante, los calibres 400 producidos no pudieron cubrir completamente la demanda.  


Sobre el autor

Tim Breining

Mi interés en los relojes empezó alrededor de 2014, cuando aún estaba estudiando ingeniería. Mi curiosidad inicial se transformó pronto en pasión. Puesto que la sede …

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