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Cronógrafos: la fascinación por el dominio del tiempo
Los cronógrafos se diferencian de los relojes convencionales de tres agujas por su función de cronómetro. Los contadores y pulsadores laterales conceden ese encanto y estilo deportivo que atrae a muchos compradores.
Los datos más importantes sobre los cronógrafos
- La palabra cronógrafo proviene del griego y significa "el que escribe el tiempo"
- En 1816, Louis Moinet desarrolló el cronógrafo de 1/60 de segundo
- En 1913, Longines presentó un cronógrafo de pulsera con un botón
- En 1934, Breitling lanzó el cronógrafo con dos pulsadores
- En 1969 se introdujo el primer cronógrafo con un movimiento automático
El estilo deportivo de medir el tiempo
Los cronógrafos son relojes deportivos que permiten medir intervalos de tiempo con alta precisión y encuentran su aplicación en el ámbito de actividades deportivas como el atletismo, la natación, las carreras de caballos o las carreras de coches. En los circuitos profesionales, el cronometraje se realiza con equipos de alta tecnología, sin embargo, el cronógrafo sigue siendo una herramienta muy práctica para la medición del tiempo. Por otra parte, se trata de un tipo de reloj que seduce a aquellos que aprecian las piezas orientadas a la técnica. Un cronógrafo no se limita su uso deportivo, también en las actividades más cotidianas se puede utilizar este reloj. Por ejemplo, — y por qué no— para cocinar espaguetis al dente.
Marcas como TAG Heuer y Breitling destacan en el ámbito de la construcción y el diseño de cronógrafos. Cabe señalar que Breitling ha sido la casa que sentó las bases para crear el diseño de los cronógrafos modernos. En el año 1934, la firma lanzó el primer reloj cronógrafo con dos pulsadores. De hecho, este sistema de control se estableció rápidamente en el mercado que se ha implementado hasta nuestros días.
El pulsador posicionado en la parte superior de la corona sirve para iniciar la medición. Al presionarlo por segunda vez, se detiene. Si es necesario, puede pulsarse una tercera vez para iniciar la medición de nuevo. La puesta a cero del cronógrafo la asume el segundo botón, colocado bajo la corona. De hecho, la mayoría de los cronógrafos mecánicos modernos funcionan siguiendo este principio.
La disposición de las agujas en un cronógrafo también sigue un determinado esquema. A diferencia de un reloj convencional de tres agujas, los cronógrafos no disponen de un segundero central. Por el contrario, incluyen una aguja trotadora que permanece siempre a las doce punto. Una vez se activa el pulsador, la aguja empieza a medir los segundos. La trotadora se detendrá cuando finalice la medición. El segundero convencional que se mueve permanentemente, se posiciona en una subesfera y se le conoce bajo la denominación de pequeño segundero.
La mayoría de los cronógrafos colocan el pequeño segundero en la posición de las nueve en punto. También plasman otra subesfera a las 12 para contar intervalos de tiempo hasta 30 minutos. Para registrar periodos de tiempo más amplios, los cronógrafos disponen de una tercera subesfera a las seis horas para realizar mediciones hasta 12 horas. La ventana para la fecha se coloca sobre las tres en punto. En general, los relojes con este tipo de disposición y funciones alojan el calibre cronógrafo Valjoux 7750. Este ebauche proviene de la casa ETA, uno de los proveedores más importantes del sector. Resumiendo, los cronógrafos equipados con dicho calibre suelen presentar subesferas a las tres, seis y nueve en punto. Esta disposición forma un diseño en forma de "V" denominado Tricompax.
El Valjoux 7750 late en el interior de varios cronógrafos de prestigiosas casa como el reloj de buceo Longines Hydroconquest o el reloj piloto Sinn 103. Breitling, Hamilton y Tissot también utilizan este movimiento automático en varios modelos. El Valjoux se estrenó en el año 1973, pero necesitó un poco de tiempo para empezar a cosechar éxitos. Después de haber superado la crisis del cuarzo, este calibre empezó a ganar popularidad. Desde entonces, el Valjoux 7750 late en el interior de millones de relojes. Es asequible para producir, funciona con fiabilidad a 28 800 alternancias por hora y ofrece una reserva de marcha de 44 horas. Además, cuenta con un certificado de precisión otorgado por el Control Oficial Suizo de Cronómetros (COSC). ETA produce este calibre en varias versiones, incluyendo movimientos de cuerda manual en lugar de automática, o complicaciones como las fases lunares o una función flyback. Debido a su precisión, el calibre es capaz de medir 1/8 de segundo.
Zenith El Primero, es otro calibre que goza de una intachable reputación. Oscila a una asombrosa frecuencia de 36 000 alternancias por hora y es capaz de medir 1/10 de segundo. Zenith presentó su calibre de alta frecuencia en 1969. Ese mismo año, también se introdujo el Calibre 11, desarrollado por las casas Heuer-Leonidas, Breitling, Büren-Hamilton y Dubois-Depraz. Este movimiento se alojó en el Monaco, el célebre cronógrafo de Heuer que ofrece una frecuencia de 19 800 a/h y permite registrar tiempo en 1/5 de segundo. La compañía japonesa Seiko lanzó su calibre 6139 en el mismo periodo. Sin duda, 1969 fue un año que marcó la historia de la relojería. De hecho, aún hoy se debate sobre cuáles de estos calibres cronógrafo fue el primero en producirse y lanzarse al mercado.
¿Cuánto cuesta un cronógrafo?
¿Desea comprar un reloj deportivo para medir el tiempo de vez en cuando? Eche un vistazo a la amplia selección de cronógrafos que ofrece el mercado. Sin duda, este tipo de relojes de grandes dimensiones encuentran su atractivo en el ámbito técnico. Los cronógrafos que alojan calibres Valjoux 7750 dejan de clasificarse en el grupo de los relojes clásicos y quizá, por tamaño, se dirigen principalmente al público masculino.
En general, los cronógrafos equipados con el calibre Valjoux 7750 ofrecen un precio mucho más asequible que los que albergan un movimiento de propia fabricación. Los precios empiezan a partir de los 1000 euros. Si usted desea comprar un cronógrafo aún más barato, le sugerimos que eche un vistazo a uno con un movimiento de cuarzo como los de la casa Citizen. Sin embargo, debe tener en cuenta que el mercado también ofrece cronógrafos de cuarzo que cuestan alrededor de 3000-4000 euros como, por ejemplo, el Breitling Superocean Chronograph M2000. Este cronógrafo de buceo dispone de una impermeabilidad de 2000 metros y sus pulsadores patentados pueden incluso utilizarse bajo el agua. En el caso de un cronógrafo mecánico no se recomienda su uso bajo el agua.
Por un poco menos de 3500 euros puede encontrar en el mercado de segunda mano uno de los cronógrafos más prestigiosos del mercado. Sí, estamos hablando del legendario "Moonwatch", es decir, el Speedmaster Professional de Omega. En julio de 1969 se convirtió en el primer reloj de pulsera en acompañar a la tripulación de astronautas a aterrizar en la Luna. Los astronautas del Apolo 13 también utilizaron este reloj que calculó con precisión los 14 segundos que necesitaron para realizar una corrección de rumbo y volver a la atmósfera de la Tierra en abril de 1970.
No menos famoso es el Rolex Daytona, denominado así por el circuito de Daytona Beach en Florida. En los años sesenta, los pilotos empezaron a recibir estos relojes por sus victorias sobre la pista. Un Daytona de acero inoxidable (en buen estado), cuesta poco menos de 10 000 euros, mientras que los modelos de oro sin estrenar alcanzan los 20 000 euros. Los ejemplares de platino con diamantes superan fácilmente el rango de los 100 000 euros.
¿Prefiere un reloj cuadrado? El TAG Heuer Monaco se lanzó al estrellado de la mano de Steve McQueen en la película Las 24 horas de Le Mans. Desde entonces, compite con el Rolex Daytona en el ámbito de los relojes deportivos. Un Monaco Calibre 11 de ocasión cuesta entre 3500 y 4000 euros. Cabe señalar que TAG Heuer ofrece una amplia gama de cronógrafos en la colección Carrera.
Tanto el Omega Speedmaster como Rolex Daytona, o el TAG Heuer Monaco son cronógrafos estrechamente ligados a los deportes de motor. Si prefiere un cronógrafo unido al ámbito de la aviación, le sugerimos la línea Breitling Navitimer. Además de la función de cronógrafo, este reloj de piloto dispone de una regla de cálculo que permite llevar a cabo una serie de operaciones matemáticas útiles. Un Navitimer de acero inoxidable y sin estrenar ronda los 5000 euros. Otro célebre cronógrafo de piloto es el IWC Double Chronograph, cuyo rango de precio empieza a partir de los 9000 euros.
Ratrapante, flyback y escalas
Un double chronograph (cronógrafo doble) como el modelo de la casa IWC es capaz de cronometrar tiempos intermedios. Este tipo de cronógrafos se reconocen fácilmente por su tercer pulsador, es decir, el responsable de controlar un segundero adicional. Esta aguja se mueve conjuntamente y a la misma velocidad que la aguja trotadora convencional. Al presionar el pulsador, esta se detiene y permite registrar un tiempo intermedio mientras que la trotadora convencional sigue funcionando. Si se vuelve a pulsar el botón, las dos agujas se vuelven a poner a cero. Esta complicación también se conoce como: cronógrafo ratrapante.
También existen cronógrafos provistos de una función flyback. Esta permite detener el cronógrafo, volver a cero y ponerlo de nuevo en marcha con tan solo activar el pulsador. Los cronógrafos convencionales requieren de tres pulsaciones. Originalmente los cronógrafos Flyback empezaron a fabricarse para el ámbito de la aviación militar y se utilizaron para coordinar de manera precisa la ejecución de maniobras consecutivas. De hecho, un cronógrafo convencional no podría desarrollar este propósito de forma rápida ya que su procedimiento de medición requiere de más tiempo.
Algunos cronógrafos también ofrecen una escala taquimétrica. Por lo general se encuentra en el bisel fijo del reloj y permite, por ejemplo, visualizar los kilómetros por hora. La escala ofrece la posibilidad de calcular la velocidad media sobre un distancia determinada.
De manera menos frecuente, el mercado ofrece cronógrafos con una escala telemétrica. Esta sirve para medir distancia y se utiliza para, por ejemplo, cronometrar el tiempo transcurrido entre un relámpago y un trueno de tal manera que es posible determinar la distancia de la tormenta. En el ámbito de la artillería, esta escala se puede utilizar para determinar a qué distancia se encuentra un cañón, calculando el tiempo entre el momento del disparo y el estallido.