¿Qué tienen en común los buzos de aguas profundas, los pilotos de aviones, los aventureros y los amantes de la relojería más exigentes? Su pasión por los relojes robustos. Tanto los modelos de buceo y de aviador como aquellos que poseen una enorme resistencia a los golpes gozan de una gran popularidad desde hace años. Pero, para muchos de sus portadores, utilizar estas prestaciones especiales o no es algo secundario.
En cualquier caso, no solo nos encontramos ante unas propiedades prácticas e impresionantes, sino también cuantificables y comparables. ¿Y a quién no le gustaría poseer un reloj robusto, resistente al agua y a los golpes, independientemente de que lo vaya a usar para bucear entre los restos de un buque o realizar vuelos acrobáticos, como se ve en los anuncios, o nada más que en el escritorio?
A los amantes de la relojería les gusta comparar las fichas técnicas de sus relojes, pero seamos sinceros: no siempre está claro lo que significan ciertos datos y especificaciones, qué implicaciones tienen en la construcción y, en definitiva, cómo consiguen la resistencia deseada. Lo mismo ocurre con algunas calificaciones como «reloj de buceo», «reloj deportivo» o «reloj de aviador». ¿Quién sabría decir, a bote pronto, si hay alguna propiedad concreta ligada a estas denominaciones, y cuál? ¿Y qué se puede esperar exactamente de un reloj de cada tipo? Estos cinco modelos de ejemplo nos ayudarán a descubrirlo.
1. Rolex Sea-Dweller Deepsea: un clásico de primera categoría
El mundo de los relojes de buceo es tan variopinto que no basta con un solo modelo para comprender por completo las complicadas tecnologías que se utilizan. El Sea-Dweller Deepsea de Rolex, con su increíble hermeticidad de 3900 m, nos puede servir como representante de una construcción convencional. Sus impresionantes especificaciones, no obstante, distan mucho de las habituales.
La variante más sencilla de la resistencia al agua es una simple protección contra la lluvia y las salpicaduras. Los relojeros pueden conseguir esta prestación con tan solo impedir que entre agua en el reloj. Para ello, incorporan unas juntas que sellan los huecos y ranuras inevitables, como por ejemplo en la corona o en lugares entre la caja y el fondo de la caja debidos a tolerancias de fabricación. En este caso, el aspecto del modelo todavía puede asemejarse al de un fino reloj de vestir, y se puede renunciar sin problemas a las coronas atornilladas. Sin embargo, esta protección solo alcanza los 5 bar, y no permite soportar los picos de presión que podrían surgir, por ejemplo, al impactar contra la superficie del agua. Por este motivo, un reloj solo se suele considerar como un reloj de buceo a partir de 20 bar.
Robusto y hermoso: el llamativo cristal del Rolex Sea-Dweller Deepsea
Los buzos que deseen adentrarse en las grandes profundidades, por otro lado, corren el riesgo de que el cristal o el fondo de la caja del reloj se deformen si utilizan uno de los modelos de buceo más sencillos. Es por eso que los relojes con una gran hermeticidad raramente son finos, sino que tienden a presentar una construcción alta y tosca. Los cristales suelen ser curvados, lo que en el caso del Sea-Dweller Deepsea no se debe a ninguna cuestión de estética, sino que simplemente aporta una mayor estabilidad. El histórico Rolex Deepsea Special tenía un cristal semiesférico por este mismo motivo.
Además de la protección contra la entrada de agua y la caja con una construcción resistente a la presión, otra característica imprescindible de los relojes de buceo extremos es la válvula de helio. Al permitir la salida de helio, esta válvula soluciona un problema específico del buceo de saturación. El mecanismo fue presentado por primera vez por Doxa en 1969, y por Rolex en el Sea-Dweller en 1971.
2. Christopher Ward C65 Super Compressor: un reloj exótico con carácter vintage
El Super Compressor es un reloj de buceo un tanto exótico. Esta tecnología no incorpora un fondo de caja macizo para impedir así las más mínimas deformaciones. En su lugar, se utiliza la elasticidad de un muelle que va presionando el fondo de la caja con más fuerza contra una junta a medida que aumenta la presión del agua. De esta forma, el reloj se va volviendo más estanco, hasta una determinada profundidad máxima. Esta compresión de la caja es la que explica su nombre. Con el C65 Super Compressor, Christopher Ward ha vuelto a traer al mercado, más de cinco décadas después, una tecnología suministrada por el fabricante de cajas Ervin Piquerez SA a numerosas marcas de renombre entre los años 50 y 70. Lamentablemente, el C65 solo está concebido para 15 bar, pero merece la pena mencionarlo como prueba de concepto de este diseño olvidado.
3. Pita Barcelona Oceana: ¿la revolución de los relojes de buceo?
De la fragua del relojero de la AHCI Aniceto Jiménez Pita, en Barcelona, nos llega un concepto de reloj de buceo totalmente nuevo. El Oceana de Pita soporta profundidades de 5000 m o 500 bar e incluso permite ajustarse durante la inmersión. Esta manufactura relojera española logra alcanzar tal impresionante rendimiento desacoplando por completo el mecanismo interno del mundo exterior. No hay que sellar la corona ni la tija de puesta en hora, ya que unos imanes trasmiten la rotación del fondo de la caja al interior del reloj. Para ello es necesario, entre otras cosas, modificar en gran medida el mecanismo de cuerda y ajuste del movimiento base de ETA y blindar los componentes sensibles frente al campo magnético del módulo en la parte posterior.
Relojes de buceo que se ajustan a la norma: la cuestión decisiva a la hora de comprar
Si le cuesta mantener una visión de conjunto de todas estas extravagantes construcciones y tecnologías, le recomendamos que se base en sellos o títulos fiables que garanticen que el reloj ofrece un rendimiento específico. Pero, ¿qué es lo que está prometiendo al comprador la simple denominación de «reloj de buceo», teniendo en cuenta que abarca un espectro muy amplio, desde ejemplares de moda al estilo diver hasta modelos de gran tamaño y prácticamente indestructibles?
Para ello pueden resultarle útiles las normas nacionales e internacionales. Por ejemplo, en el caso de los relojes de buceo, la norma internacional ISO 6425, que se correspondería con la alemana DIN 8306. Si un fabricante ofrece un reloj de buceo certificado por una de estas normas, el comprador puede confiar en que las propiedades especificadas en dicha norma estén garantizadas, lo que queda confirmado para cada producto concreto por institutos de pruebas independientes.
Además de una cierta resistencia a la presión, la norma DIN 8306 también garantiza la robustez del brazalete, así como las propiedades del bisel giratorio y el antimagnetismo y legibilidad del reloj. No obstante, el estándar mínimo de hermeticidad establecido por esta norma «solo» es de 20 bar, e incluso un modelo que no se adscriba a ninguna regulación puede ser más resistente a la presión. En tales casos, el comprador debe confiar en las afirmaciones y especificaciones del fabricante y poder diferenciar los datos técnicos del marketing. En otras palabras: una norma garantiza unos estándares mínimos bien definidos y fiables, ¡pero eso no significa que un reloj que no se ajuste a ninguna norma sea inferior a uno certificado!
4. El robustísimo Gran Reloj de Aviador Sistema de Absorción de Choques XPL de IWC
Hace unas pocas semanas, IWC presentó un notable reloj conceptual en el Watches & Wonders que lleva al extremo el concepto de resistencia a los golpes, además de cualificar como reloj de piloto. Esto nos brinda la oportunidad perfecta para profundizar en el perfil técnico de la resistencia a los golpes y su relevancia en los relojes de aviador. Este modelo, que IWC ha estado desarrollando durante ocho años, no se trata de un ejemplar único, sino que saldrá a la venta con un volumen de producción de diez relojes al año.
El tema central del Gran Reloj de Aviador Sistema de Absorción de Choques XPL es la resistencia a los golpes, que según IWC alcanza la inimaginable cifra de 30 000 g. Antes de ver cómo logra tal hazaña, debemos examinar el motivo de esta construcción. En principio, un diseño capaz de soportar 30 000 veces la aceleración debida a la gravedad parece algo excesivo, especialmente si consideramos que, incluso en situaciones extremas, el piloto de un avión de combate apenas puede soportar brevemente 9 g.
En la práctica, no obstante, los relojes con una resistencia a los golpes de 9 g perderían parte de su idoneidad para el uso diario, y no me refiero al día a día de los pilotos de aviones. Cuando se habla de aceleración en unidades de fuerza g, solemos pensar en vuelos extremos o montañas rusas. Probablemente, los golpes no sean lo primero que nos venga a la cabeza. Y, sin embargo, en tales casos los valores de aceleración son muchísimo más altos. Cuando ocurre un impacto o una caída fuerte, lo que sucede no es más que una desaceleración a 0 en poquísimo tiempo, lo que se corresponde con unos valores de aceleración proporcionalmente elevados.
Si un objeto duro cae contra una superficie dura, durante las fracciones de segundo del impacto pueden surgir fácilmente aceleraciones que alcanzan una fuerza g de cuatro dígitos. Los estudios demuestran que, cuando un móvil se cae al suelo, debe soportar un pico de más de 400 g. Solo con eso, la cifra de 30 000 g del XPL ya deja de parecer tan absurda.
Resistencia extrema: el nuevo reloj multitalento de IWC
Si los relojes mecánicos han de soportar esas tremendas aceleraciones, se deben tener en cuenta dos cuestiones fundamentales. Por un lado, los impactos solo deben provocar desviaciones aceptables en la marcha. Por otro, no pueden causar ningún daño permanente en el mecanismo. Las fuerzas que se producen durante los golpes dependen, ante todo, de las masas de los componentes instalados y de la rigidez de sus cojinetes. Los cuellos de botella típicos durante los impactos son los pivotes del eje del volante, que deben tener el menor diámetro posible para minimizar la fricción. El conocido sistema antichoque, que hace que el cojinete sea elástico en lugar de rígido, distribuye la energía del impacto a lo largo del tiempo, de manera que, si bien toda la energía del golpe alcanza el movimiento, las fuerzas máximas generadas se reducen considerablemente.
El XPL de IWC amplía este concepto a todo el mecanismo, que no está atornillado a la caja, sino suspendido por un muelle de vidrio metálico masivo. Este material se caracteriza por ofrecer unas propiedades elásticas extraordinarias, por lo que también se suele emplear para palos de golf.
Gracias a esta construcción, las fuerzas de aceleración totales solo afectan a la robusta caja, mientras que en el interior actúan aceleraciones mucho menores sobre el movimiento, que está completamente amortiguado. IWC consigue reducir aún más dichas fuerzas utilizando materiales ligeros como el titanio y el aluminio para los elementos en suspensión.
5. Sinn 103 Ti UTC IFR: el pionero entre los relojes de aviador
Al hablar de los requisitos y la tecnología de los relojes de aviador, sería un delito excluir a la manufactura relojera alemana Sinn. Y más aún teniendo en cuenta que la marca participó de forma decisiva en la creación de la norma alemana DIN 8330 sobre los relojes de piloto. Lamentablemente, en este caso no existe ningún equivalente internacional, como en el caso de los relojes de buceo. Pero, al tratarse de una marca tan tradicional como Sinn en Alemania, se me perdonará que solo haga referencia a este reglamento alemán.
El 103 Ti UTC IFR es uno de los primeros modelos de Sinn que cumple con la norma DIN 8330 y está certificado como tal. Anteriormente, Sinn ya había establecido una especificación para relojes de piloto, conocida como TESTAF, junto a una universidad y empresas colaboradoras. Más adelante, se abordó la creación de una norma DIN en colaboración con Laco, Hanhart, Stowa, Glashütte Original y Lufthansa Cargo.
Una particularidad de esta norma es que se elaboró teniendo en cuenta la normativa de la industria de la aviación y los estándares militares internacionales. Los requisitos, por tanto, son muy altos y, sobre todo, exhaustivos. Por ejemplo, el reloj no solo debe resistir golpes sin que su funcionamiento se vea alterado, sino que también debe garantizar que la electrónica de a bordo no se vea perjudicada y que no haya reflejos. La idea es que, en caso de que fallen los instrumentos de a bordo, el reloj de piloto pueda actuar como un sustituto fiable, pero que nunca interfiera con su funcionamiento normal ni lo dificulte.
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